La mascarilla ha pasado de ser un “equipo de protección individual” en el mundo laboral, a convertirse en una parte más de nuestro día a día.
Cuando por ley todos comenzamos a usar mascarilla, ésta pasó a ser un complemento de moda, las tenemos de colores, por marcas de ropa o deportiva, con banderas de los diferentes países, equipos deportivos, incluso la “mascorbata”, descrita en los medios de comunicación como “la corbata que se convierte en mascarilla para dejar estupefacta a toda la oficina”.
La realidad, aunque duela
escribirla es ésta, no nos preocupamos de si llevamos una mascarilla que nos
proteja más o menos, sino de cómo nos queda. En este sentido, creo que podemos
encontrar varios culpables, ya que simplemente en los medios de comunicación no
hacemos más que ver estos diferentes tipos de mascarillas que conjuntan a la
perfección con quien se la pone.
Probablemente, cuando se lean
estas líneas habrá quien piense que lo importante es llevar mascarilla para
estar protegido, y es cierto, aunque en este sentido también señalar que es
importante llevarla, pero bien colocada. Si salimos a la calle podemos observar
diferentes formas de llevarla, la mascarilla “pinocho”, esa que no nos cubre la
nariz, la “gargantilla” que solo se preocupa de nuestro cuello, la “bolso” que
queda muy chic colgando del codo, la “unicornio” colocada estratégicamente para
proteger el cerebro, y la “invisible”, la que todavía algunos se niegan a
llevar.
Visto como la llevamos, es interesante mencionar cuando, y en este sentido creo importante mencionar las argucias existentes para no llevarla, cuando fumamos, comemos, bebemos, nos sentamos en la terraza de un bar y parece que ya no es necesario llevarla y, por último, aunque seguro que me olvido de alguna, cuando hablamos por el móvil. Aunque parezca mentira, parece ser que las ondas de sonido no atraviesan la mascarilla y no se puede transmitir el sonido al móvil, o eso deben pensar algunas personas.
Como he dicho antes, y no
para defender a las personas que no cumplen con las normas, quizás la culpa no
sea suya, sino de la falta de formación y ejemplo de cómo llevarlas. En
televisión podemos ver como dan las noticias sin mascarilla, como en los
diversos programas del corazón entre otros no hay mascarillas, y como las
mascarillas que llevan algunas personas son simplemente higiénicas, de tela o a
juego con su puesto de trabajo. También en este sentido, me gustaría hacer
referencia a lo escuchado en un programa de televisión, en el que el
presentador y los entrevistados, ni mantenían la distancia, ni llevaban
mascarilla, eso sí, habían comenzado el programa diciendo que se habían
realizado una PCR el día anterior y no había peligro, más que información, desinformación.
Para terminar, solo quiero
hacer hincapié en la necesidad de llevar mascarilla correctamente, cada uno la
que pueda, pero a mala que sea, siempre es mejor que nada, y cada vez que nos
la quitemos, pensemos que no solo no nos estamos protegiendo nosotras, sino que
estamos poniendo en riesgo al resto de la población.
Kepa Mirena San Sebastián Moreno, Vocal de la Comisión de Deontología Médica de Bizkaia.
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