El 24 de Abril del año 2017, Andreas Fernández González de 26 años
de edad, fallecía por parada cardíaca y atada a la cama en el Servicio de
Psiquiatría del Hospital Universitario Central de Asturias. El cuadro que
originó este fatal desenlace se había iniciado a principios de Abril con una
amigdalitis aguda con placas pustulosas cuyo tratamiento antibiótico no había
tenido el efecto esperado. Tenía fiebre y el análisis de sangre había mostrado
valores de proteína C reactiva, leucocitos y neutrófilos muy por encima de lo
normal. Tras acudir varias veces a urgencias por empeoramiento del cuadro,
comentó que empezaba a escuchar ruidos y en ese mismo momento salen a la luz
los antecedentes psiquiátricos de su madre, diagnosticada de esquizofrenia. A
partir de ese momento desarrolla cuadro de ansiedad y bajo consejo médico se
ingresa primero voluntariamente pero después involuntariamente, con contención
mecánica, con tratamiento de antipsicóticos y antidepresivos y comunicándolo al
juzgado de guardia. El informe forense concluyó que el fallecimiento había sido
por meningitis linfocitaria sumada a miocarditis.
El origen del término estigma está en la Antigua Grecia dónde se denominaba
de esta manera a la marca realizada a las personas esclavas o criminales. Las
enfermedades mentales están sujetas a juicios de valor negativos y
estigmatización y quienes las sufren no sólo tienen que convivir con los
efectos devastadores de su enfermedad sino con los prejuicios y exclusión
social. El estigma es ubicuo, no hay sociedad, ni país ni cultura donde una
persona con enfermedad mental tenga el mismo valor social que una persona sin
enfermedad mental.
El estigma se puede describir en conceptos cognitivo, emocional y
de comportamiento, lo que permite separar los estereotipos de los prejuicios y
la discriminación. Los estereotipos son opiniones y actitudes prefabricadas y
el más común es que las personas con enfermedad mental son peligrosas,
impredecibles y no fiables. Los prejuicios serían reacciones emocionales a una persona
estereotipada, como por ejemplo “Me dan miedo las personas con esquizofrenia
porque son peligrosas e impredecibles”. Los estereotipos y los prejuicios
pueden conducir a la discriminación de los individuos o de todo el grupo como
una respuesta de comportamiento, por ejemplo “Las personas con enfermedades
mentales deben se encerradas porque son peligrosas e impredecibles”.
La demencia de Doña Juana, Lorenzo Valdés 1866
Y ¿quién contribuye al estigma? Está demostrado que hay tres
niveles: a) Macro nivel, sociedad y medios de comunicación; b) Nivel intermedio,
profesionales de la salud y ; c) Micro Nivel, el propio individuo y las
personas que le cuidan. Los medios de comunicación como la televisión y los
programas que se emiten, prensa escrita y películas suelen amplificar y dar una
imagen de violencia y crimen asociado con desórdenes mentales. Incluso el término esquizofrenia se
utiliza metafóricamente como una deficiencia mental. En cuanto a los y las
profesionales de la salud, se ha demostrado que tienen igual o peor imagen que
el resto de la población e incluso expresan pocos deseos de relacionarse con
personas con enfermedades mentales. La mayoría de personas muestran pocos
deseos de tener contacto social con este tipo de pacientes. Las declaraciones
del psiquiatra José María Fernández hechas en El País del 19 de Abril de 2019
lo dejaban claro “Cuando la gente sabe que una persona tiene un problema
psiquiátrico, ya no la ve del mismo modo. Y los profesionales tampoco…le
restamos credibilidad”.
Las connotaciones negativas del estigma no se quedan relegadas a
la personas que lo sufren sino que también se transfiere al entorno tanto
familiar como profesional, lo que se llama “estigma de cortesía”. El estigma
familiar lo podemos comprobar claramente en el caso de la paciente Andreas
Fernández González que, a pesar de presentar una sintomatología de origen
infeccioso, se le trató como paciente psiquiátrica debido a la enfermedad de su
madre.
Los puntos de intervención para evitar el estigma y la
discriminación contra las personas con enfermedades mentales son tres: a)
información y educación; b) evitar las connotaciones y comentarios negativos
sobre las enfermedades mentales; y c) tener contacto directo y cercano con las
personas con enfermedades mentales.
Finalmente, hay que tener en cuenta que un 50% de la población
experimentará algún episodio de enfermedad mental en su vida con lo que seguramente
lo más efectivo para evitar el estigma es el contacto directo y cercano. Sería
deseable que se implementaran los programas educacionales en colegios e
institutos ya que tienen un efecto muy positivo sobre la forma que la sociedad
ve a las personas con enfermedades mentales.
Izaskun Elortegi Kaiero y Lucía
Gallego Andrés, Vocales de la Comisión de Deontología Médica de Bizkaia