Las Unidades
de Cuidados Críticos son áreas donde ingresan las y los pacientes más graves
del hospital. En ellas, la monitorización continua permite anticiparse en el
diagnóstico y poder tratar de forma inmediata, posibilitando, en pacientes que
su margen de reserva es mínimo, una oportunidad que de otra manera no tendrían.
En estas Unidades además de la monitorización continua, se
administran tratamientos de soporte: respiradores (si fallan los pulmones),
hemofiltración (si fallan los riñones), sistemas de depuración hepática MARS
(si falla el hígado), bombas con nutrición enteral o parenteral, bombas con
fármacos para mantener la hemodinámica, balón de contrapulsación, ECMO,
sistemas neumáticos de compresión para evitar trombosis… Todo ello convierte el
entorno en muy extraño para cualquier persona, y especialmente hostil para
pacientes que no entienden lo que le está pasando.
En nuestras
Unidades también intentamos atender al bienestar psicológico de pacientes,
procurando, cuando las circunstancias lo permiten, un sueño fisiológico , con
un descanso nocturno promovido por fármacos , intentamos además atenuar los
ruidos en las Unidades, al mismo tiempo procuramos el respeto a la intimidad ,
favorecemos también el entretenimiento ( radio..) y de una forma más general,
con ventanas en todas los boxes que permiten distinguir el día de la noche y
con relojes que permitan conocer el momento del día. También medidas para
evitar la agitación, el delirio o la desorientación.
Las médicas y los médicos
especialistas que trabajamos en las áreas de cuidados críticos abemos que las
familias son un pilar fundamental en la evolución de todas y todos los
pacientes, especialmente de aquellos que precisan de nuestros cuidados. Calman,
reconfortan y aportan el toque de realidad cotidiana a ese entorno artificial
al que el y la paciente son sometidos para que su estado de salud mejore. Por
otro lado, somos conscientes del alivio que supone ser parte del proceso, sea
cual sea el desenlace. “Estar ahí” es lo más valioso cuando el mundo de los
familiares y amigos gira entorno a la impotencia. Impotencia por no saber,
impotencia por no estar.
Últimamente nos encontramos
en los medios de comunicación noticias (algunas más sensacionalistas que otras)
que nos aterrorizan con la soledad que sufren las y los pacientes durante su
ingreso.Es muy posible que uno de
los grandes cambios promovidos por la pandemia en las Unidades de Críticos sea
una mayor hostilidad de estas áreas, a las que debemos unir el aislamiento y
los disfraces (EPIS), motivados por la covid, que disminuyen el contacto con las
y los pacientes y que facilitan aún más su desorientación.
Por ello en estos días,
uno de los retos a los que nos enfrentamos las y los profesionales sanitarios
que trabajamos en las áreas de cuidados críticos es la inclusión de la familia
en la evolución de nuestras y nuestros pacientes. Estamos viviendo un cierto
grado de deshumanización forzada del proceso de acompañamiento en favor de la
seguridad. La de la persona enferma, la de sus seres queridos y la de
profesionales sanitarios. Sin embargo, lejos de aceptar esta situación como una
realidad inamovible, la humanización en tiempos del Coronavirus se ha
convertido en un desafío para el equipo.
A través de unos
terminales móviles, cuando la paciente o el paciente están conscientes y su
estado clínico ha mejorado, les ayudamos a realizar videollamadas con sus
familiares o amigos. De esta forma, les acercamos en la medida de lo posible a
sus seres queridos. Este pequeño gesto puede suponer una gran diferencia a
nivel psicológico y un alivio para las dos personas a ambos lados de la pantalla.
En circunstancias que también son duras para cualquier profesional, no nos
imaginábamos que lo que nos sacaría una sonrisa serían el desafío de explicar a
los familiares cómo instalar las aplicaciones necesarias para las
videollamadas, o el compartir el nerviosismo de reencontrarse a través de una
pantalla.

Por otro lado, realizamos
todos los días llamadas informativas a los familiares de nuestros pacientes
después de haber terminado de valorar, explorar, optimizar y adecuar su tratamiento.
Explicamos el proceso, la evolución, e intentamos resolver dudas dentro de la
limitación que supone la comunicación telefónica. Somos conscientes de que no
es la mejor forma.
Habitualmente tenemos la oportunidad de sentarnos a hablar con los compañeros de nuestras y nuestros pacientes, de mirarnos de ser cercanos, de entendernos y de compartir opiniones , y estamos convencidos de que esa es la mejor manera de transmitir la información y mitigar los miedos y las dudas. Nos encantaría que fuera así ahora, pero por desgracia tenemos que adaptarnos a otras vías de comunicación más difíciles para todos.
Con todo,
sabemos que la información no es un acto complementario, sino que forma parte
del propio acto clínico como un elemento esencial del mismo.
“El texto está
basado parcialmente en un escrito del Servicio de Anestesia-Reanimación del
Hospital Universitario de Cruces en el Facebook de OSI Ezkerraldea-Enkarterri-Cruces”.
Art. 16.1 Código de Deontología Médica: La información no es un
acto burocrático sino un acto clínico.
Alberto Martínez Ruiz, Vocal de la Comisión de Deontología Médica de Bizkaia.